Si existe una manera imprescindible de recorrer la geografía de la isla de Formentera es a pie o en bicicleta ya que muchas veces, en moto o coche nos perdemos enclaves naturales fascinantes y en los que el contacto con la naturaleza se disfruta al cien por cien.

Entre los distintos recorridos que se pueden realizar en la isla ligeros de equipaje, en el que aconsejamos introducir una botella de agua, un cuaderno, lápiz y si es posible una cámara de fotos, destaca el camí de sa Pujada.

Esta arteria de piedra de 1500 metros de longitud y que constituye una continuación del camí Vell de La Mola que comienza en San Francesc Xavier, discurre entre Es Caló y El Pilar de La Mola.

El camino, que no presenta dificultades en su recorrido, nos permite bordear el acantilado situado al oeste del promontorio de La Mola rodeado de una frondosa área boscosa de vegetación típica mediterránea y en la que abundan ejemplares de pino y savina, así como arbustos autóctonos entre los que destacan las matas de romero, enebro o estepa de diversas tonalidades.

Desde varios puntos del recorrido se pueden apreciar las dos costas de Formentera y una magníficas vistas de Ibiza y Es Vedrá.

Curiosos como somos en Ibiza/Formentera Style consultamos al Licenciado en Historia Moderna por la Universidad de Barcelona, Santiago Colomar Ferrer, (Formentera, 1968) sobre el origen de este camino y su importancia en las comunicaciones por tierra y en la economía de la isla, ya que durante varios siglos fue el único nexo de comunicación entre la parte llana de la isla y La Mola.

IBIZASTYLE_SAPUJADA-001Antes de comenzar a introducirnos en el tema, Santiago Colomar aclara que la denominación que se le ha dado en los últimos 30 años de camino romano no tiene ninguna base histórica comprobada y solo se trata de “un falso mito, como lo dijo en su momento el historiador Joan Marí Cardona, inventado por un guía turístico que iba vanagloriándose de ello por el puerto de Ibiza y mientras no haya ningún estudio serio que corrobore esa teoría no podemos tomarla como cierta”.

Para Colomar el origen de esta arteria se remonta a la época medieval y constituyó la única vía de comunicación y acceso entre la parte alta de la isla con la zona más llana y hasta la década de 1920 cuando comenzó a trazarse lo que es la actual carretera entre el puerto de La Savina y el faro de La Mola, la denominada PM-820.

Según el historiador, “cuando hablamos de época medieval nos referimos al siglo XIII, ya que este era el camino que debieron utilizar los monjes agustinos que vivían en un monasterio ubicado en el llano de La Mola y que se fundó en 1257, para bajar al entonces puerto natural de la isla, Es Caló de Sant Agustí, y también al Pou des Verro donde llevaban a abrevar al ganado que poseían y gracias a un derecho que les había sido otorgado por Guillén de Montgrí en el año 1258”.

El camino original se estima que era mucho más estrecho que el actual, por el hecho de que a finales del siglo XVIII los técnicos del Plan de Mejoras impulsado por los Ilustrados iniciaron las obras de ensanchamiento y reforma de esta importante vía de comunicación para que no solo pudieran pasar personas, ganado y animales de carga sino también carros que trasladaran distinto tipo de mercancías.

Esta modificación en cuanto a las dimensiones del camino se puede apreciar en varias partes del recorrido por los cortes en las paredes de roca de manera vertical.

Santiago Colomar añade que en cuanto a la mano de obra para llevar adelante el ensanchamiento de esta arteria, esta fue realizada por presos que cumplían condena en la cárcel de ses Salines de Ibiza, “ya que los Ilustrados tenían como norma emplear a los presidiarios en la ejecución de distintas obras públicas”.

En esta etapa es cuando se utiliza la piedra para cubrir la superficie del camino, por lo que Colomar vuelve a insistir en la inexactitud de que esta fuera una vía romana, “ya que afirmar que un camino antiguo por ser de piedra es romano es lo mismo que decir que porque eres de Sevilla tu madre baila flamenco y tu padre es torero, una tontería sin ninguna base mientras no exista un estudio fehaciente de que esta ruta fuera utilizada por los romanos”.

La reforma, según estudios arqueológicos realizados por el ex Consell Insular de Eivissa y Formentera, pudo haber culminado a principios del 1800 dirigida por el técnico Pau Urduach.

Santiago Colomar señala además que este equipo técnico siguiendo la línea “ilustrada” realizó otra serie de mejoras en la isla, como la apertura de la primera acequia del Estany Pudent, plantó gran cantidad de viña así como algarrobos e higueras y mejoró las líneas de comunicación terrestres de Formentera, “aunque no pudieron realizar su objetivo de crear fuertes núcleos urbanos alrededor de las Iglesias de la isla, ya que tanto en Formentera como en Ibiza la población prefería estar dispersa y lejos del control de las administraciones de turno”.

Durante el recorrido por el camí de sa Pujada podemos encontrar varias pequeñas cruces talladas en la piedra que Santiago Colomar aventura podrían haberse esculpido debido a un cierto carácter sacro de esta vía que se usaba también para ir a misa y para trasladar a las personas fallecidas que se enterraban en el cementerio viejo de San Francesc Xavier.

El porqué se eligió ese trazado tan cercano al acantilado se podría argumentar en que acortaba las distancias entre el Monasterio y el puerto de Es Caló.

Santiago Colomar apuntó también que sobre el Monasterio Agustino, “no se sabe prácticamente nada, aparte de que fuera fundado en 1257, que los monjes vivían de la ganadería y que había pobladores que trabajaban tierra cedidas por la institución eclesiástica”.

Los herederos de Berenguer Renard intentaron echar a los monjes a finales del siglo XIII, supuestamente porque no pagaban nada por el arrendamiento de las tierras que les habían sido concedidas por Guillén de Montgrí con un carácter muy liberal por lo que la Iglesia de Tarragona pudo haber influido en el cierre de este enclave religioso dedicado a Santa María.

El camí de sa Pujada fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en el año 1993 por el ex Consell Insular de Eivissa y Formentera y todo su recorrido transcurre dentro de una zona declarada ANEI (Área Natural de Especial Interés).