El venerable Teatro Pereyra, inaugurado el 12 de octubre de 1898, constituye desde el punto de vista arquitectónico y técnico las antípodas del futuro ultramoderno Conservatorio. Es cierto que en su época fue un destacado ejemplar de la tecnología más moderna del momento. Tenía escenarios variables y se podía destinar a usos multifuncionales. Esto lo convirtió en punto de encuentro cultural por excelencia de la ciudad hasta que cayó en el sueño del olvido hace ya 25 años. Además de representaciones teatrales y conciertos, en él se celebraban conferencias, bodas, espectáculos de danza y todo tipo de veladas. Sin embargo, durante sus últimos años se usó fundamentalmente como cine.

Esta multifuncionalidad debe crecer ahora aún más de la mano de la tecnología más moderna, tal como nos explicó Pedro Matutes, portavoz del grupo propietario. Además de otras innovaciones técnicas, los escenarios también se pueden levantar hidráulicamente en medio del teatro, lo que permite organizar allí desfiles de moda o combates de boxeo, por ejemplo. Minutos después de uno de esos eventos, el escenario se puede volver a hundir en el suelo, de modo que en poco tiempo se puede celebrar una recepción o un banquete. El auditorio del teatro dispondrá de unas 480 plazas de asiento, y las butacas se pueden montar y desmontar en muy poco tiempo.

No obstante, primero es imprescindible volver a poner a punto la estructura arquitectónica, una tarea que requiere un enorme esfuerzo y muy costosa en cuanto a tiempo y dinero, ya que el aspecto histórico debe tenerse en cuenta y hay que hacer una restauración fiel al original. Por tanto, toda la tecnología escénica, de sonido e iluminación debe mantenerse oculta. Dado que las labores de restauración no se pueden realizar en temporada alta, se calcula que los trabajos se prolongarán como mínimo cuatro años. Tras dos años de dimes y diretes, por fin se ha obtenido la licencia para la obra.

Durante las labores de restauración, el «Café Concierto» situado a la entrada del teatro debe mantener su actividad intacta en la medida de lo posible. En su caso no son necesarias grandes medidas de restauración arquitectónica, ya que fue sometido hace años a una renovación que supo conservar su esencia. Corren rumores de que el Teatro Pereyra se va a convertir en una discoteca, comenta el portavoz de las dos familias de propietarios dejándose llevar al reino de la fantasía.

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