Vista desde arriba, desde un globo, la isla parece un pequeño país de cuento. Con sus montañas, valles, colinas, pueblos… es una panorámica privilegiada”. José Ramón Mancebo, director de operaciones de Ibiza en Globo, describe así la sensación que tiene al observar la isla desde las alturas: “todo se ve de otro modo, hay silencio, tranquilidad, el globo casi ni se mueve. Es una experiencia que, por ahora, quien la prueba, quiere repetir”. Una sensación de belleza y paz a la que hay que añadir el factor sorpresa. Y es que, tal y como indica José Ramón, “los globos aerostáticos no se dirigen, los lleva el viento. Él es el elemento que marca todas y cada una de nuestras rutas: sabemos de dónde partiremos pero no dónde terminaremos la excursión”.

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Ibiza en Globo lleva ya 15 años ofreciendo excursiones en la isla, una dilatada experiencia que ha hecho a José Ramón conocer un poco mejor al viento, el elemento que domina todas y cada una de sus salidas en globo: “las mejores condiciones para volar suelen darse al amanecer o los días de poco viento, de 5 ó 6 nudos es el ideal. Debemos tener un excesivo control sobre el viento porque dependemos de él, el globo no se dirige, el globo es dirigido por el viento. Estamos a su merced. Por eso es tan importante anticiparse: unos minutos antes de salir soltamos un globo de helio para hacernos una idea de cómo va a desplazarse el nuestro”. Y a partir de ahí, todo es pericia: en altura el viento puede aumentar de velocidad, disminuir o, incluso, pararse. Dirigir el globo y controlar todos los factores supone mucha profesionalidad: dominar la técnica y las condiciones climatológicas. “Y entender que el viento es muy caprichoso”.

Pepín Valdés, impulsor del festival popular de cometas ‘Posa un Estel al Cel’ coincide en definir al viento como ‘caprichoso’: “Es así, cambiante y a los que nos gusta hacer volar cometas debemos adaptarnos a sus variaciones”. Gracias a Pepín y a todo el equipo que colabora en la organización del certamen de cometas, cada invierno, a finales de enero, el cielo de ses Variades en San Antonio se tiñe de colores desde hace 24 años. “Es un festival creativo y lúdico, pero también es un espacio para la experimentación porque el viento tiene  muchas variables y siempre sorprende. Nos gusta conocer las posibilidades que nos ofrece el viento, de qué manera podemos hacer que nuestras cometas vuelen mejor y cómo hacer que éstas mejoren”.  Las cometas, de distintas formas y tamaños, parecen bailar sobre el cielo de San Antonio y para conseguir que todo salga bien, Pepín nos da la receta: “Lo más importante para las cometas es que la relación resistencia-peso esté equilibrada de acorde al viento que haya. Si hay mucho viento, necesitaremos cometas más resistentes, si hay poco viento usaremos cometas más ligeras. Ahí está precisamente el secreto de las cometas: analizar cómo es el momento, cómo es el viento y elegir la adecuada. Yo puedo intentar volar una cometa y que pese demasiado para el viento que hace o al revés, me tengo que adaptar”.

Cuando los aficionados a las cometas de Ibiza salen a volar las suyas, suelen llevar ejemplares para todos los tipos de viento: hay cometas para fuerza 1, 2 o 3  y a partir de fuerza 5 es ya un riesgo porque es demasiado viento y una cometa puede volverse incontrolable y romperse. “El viento puede hacer que una cometa se rompa o que, directamente, tengamos que posponer el festival. Ya nos ha ocurrido: tener que anular el día del festival por malas condiciones. El viento es así”. Pero el viento, para las cometas, no siempre es imprescindible. Como nos explica Valdés, ahora hay cometas que se hacen volar con poco o ningún tipo de viento: “es algo muy experimental, se hacen volar en bosques o polideportivos cerrados. Se consiguen elevar con el movimiento. Se hacen experimentos creativos y modalidades artísticas muy bonitas, no es muy conocido, pero existe”.

José Ramón y Pepín coinciden en que el invierno es una época excelente tanto para volar en globo como para hacer volar una cometa. “Mejor que el verano, incluso”, asegura José Ramón, “en invierno los vuelos son mejores en Ibiza porque la temperatura está más fría y el globo necesita menos calor para elevarse, gastas menos propano, menos energía, se daña menos la tela y en el ambiente hay menos calimas y brumas… el horizonte está más claro. Algunos días desde el centro de la isla podemos ver Mallorca y la península”.

Y en Ibiza, ¿vivimos en un lugar especial en lo que al viento se refiere?. “En Ibiza en concreto tenemos un buen sitio para los aficionados a las cometas porque con la diferencia de presión con el agua y con la tierra siempre se genera viento. Lo importante es que para nosotros el viento del mar nos entre fácilmente,  por eso hay sitios tan buenos para nuestra afición como ses Variades, Playa d’en Bossa, cala Codolar… pero ahí al lado del aeropuerto no podemos volar…”, señala Valdés, al que se suma José Ramón: “como nave autorizada por Aviación Civil, en los globos tenemos los mismos derechos y obligaciones que todas las aeronaves y eso implica mucho sentido común. No podemos volar cerca del aeropuerto pero si por lo que fuera el viento nos arrastra al aeropuerto, tenemos preferencia porque no tenemos capacidad de maniobra”.

El viento mece las hojas de los árboles, mueve las aspas de los molinos, mueve las banderas, ayuda a los barcos de vela, nos trae la refrescante brisa del verano, nos estropea el peinado que nos habíamos hecho para un evento, hace bailar las cometas y guía a los globos aerostáticos. Y el viento es una inagotable fuente de energía alternativa cuyas posibilidades son amplísimas: “es una fuente de energía interesantísima y para la que se están haciendo muchos experimentos. Es una energía limpia y de futuro sobre la que deberíamos conocer más”, señala Valdés.

“Al volar en globo, dependemos de lo que haga el viento”, concluye José Ramón, “pero al final creo que, de alguna manera, lo dominamos. Por poco que sea, la experiencia y la pericia nos acompañan y ya sabemos cómo se comporta. Creo que, por eso, nos llaman ‘los jinetes del viento’”.