Tradición y modernidad, historia y futuro, se dan la mano en el trabajo de Jaime Serra Verdaguer, arquitecto catalán que lidera el equipo Atlant del Vent (ADV), cuyo estudio se ubica en un privilegiado mirador del centro de la ciudad de Eivissa, a cuatro pasos del mar. Desde el sexto piso que alberga su amplio y espacioso despacho, tan práctico, se divisan unas espléndidas panorámicas del puerto, Dalt Vila y los barrios de la Marina y sa Penya. Grandes ventanales comunican este local con el exterior, pura belleza mediterránea. Precisamente la luz representa uno de los elementos fundamentales que caracteriza la trayectoria profesional de este joven dinámico y visionario. Fotografías de intensos colores de Lourdes Grivé, Giorgio Brunetti, Daniel Balda y María Simón sirven de complemento a la calidez del ambiente laboral.

A pesar de su juventud, tiene 39 años, Serra Verdaguer ya posee un currículo impresionante. Ganó el Premio de Arquitectura de Eivissa y Formentera de 1997 gracias a la dirección de obra de conjunto de 54 viviendas en Can Pinet (Cas Serres). Fernando Marí comenzó la tarea y él se encargó de terminarla. Entre 1997 y 2003, ejerció el cargo de responsable del departamento técnico de la cadena Sirenis y, a partir de esa fecha, decidió independizarse y sacar adelante sus propias iniciativas. Durante la última década, ha desarrollado más de 400.000 metros cuadrados de superficie de obra nueva, reforma y planificación de hoteles, siete de ellos situados en zonas playeras de Cuba y República Dominicana. Marruecos también conoce su estilo.

Un axioma inspira a los componentes de ADV, como si se tratase de una cuestión de fe: «El arquitecto es aprendiz de todo y maestro de nada». Expresa la misma humildad que tiempo atrás exhibían los payeses ibicencos cuando se las ingeniaban para levantar sus hogares empleando sólo materiales procedentes de la naturaleza y construyendo sin el apoyo de planos, máquinas y ordenadores. Simples manos y derroche de imaginación frente a tecnología. «La arquitectura sin arquitecto», según la definición que esgrimió Raoul Hausmann. Entonces, aún no había estallado la Guerra Civil, intelectuales y pensadores de la desgarrada Europa quedaron fascinados al descubrir aquella isla misteriosa, pobre y genuina. Todavía inocente.

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Heredero de la vieja escuela de Sert, Broner y Rodríguez Arias, tres nombres ilustres del gremio, Serra Verdaguer defiende a ultranza el modelo de la arquitectura popular de las Pitiüses, pero adaptándolo a las necesidades de la vida actual. «Hay que respetar la imagen, las volumetrías y los aspectos ornamentales de las edificaciones típicas. Debemos aprender de las lecciones del pasado y potenciar tanto la buena orientación como el uso de la luz solar y las energías renovables. Hoy se está abusando de la estética en detrimento de la sencillez y la utilidad de las cosas. Siempre prevalecerá la funcionalidad. Abogo por hacer viviendas habitables antes que impulsar viviendas esculturas», señala.

Amante del ciclismo de montaña y la astronomía, este antiguo campeón de España de natación en las categorías infantil y juvenil es el comodoro del Club Náutico de Eivissa, veterana entidad deportiva, recreativa y cultural. Jaime Serra Verdaguer organiza los amarres y gestiona las numerosas actividades sociales. Junto al patrón David Tur y a bordo de su velero Atlant del Vent, triunfó en una edición de la famosa Ruta de la Sal y otra de la Ophiusa, entre Sitges y Formentera. Alcanzó el primer puesto de su grupo en una de las categorías de la prestigiosa regata Giraglia Rolex Cup (250 millas de Saint Tropez a Génova) y, asimismo, participó en la Middle Sea Race (alrededor de Sicilia, con salida y llegada en Malta). Asegura que no le entusiasma la pesca. «Prefiero aprovechar el viento y salir a navegar. De esta manera me integro mejor en el paisaje», admite. Como sus diseños, que se fusionan con la tierra, el bosque, el mar y el cielo.

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