Navegando por el Instagram de Maria Sejas Balda (@mariab.ceramics), con esas piezas tan hermosas y originales, parece imposible creer que fue tan solo hace cuatro años cuando sus manos trabajaron la arcilla por primera vez.

Maria cuenta que era un sueño que albergaba desde joven y que llegó a fabricarse un torno en su Argentina natal cuando tenía unos veinte años, pero “en menos de un año me separé y el torno quedó ahí donde estaba”, explica, por lo que nunca llegó a tomar clases.

Sin embargo, toda su vida ha explorado diversas facetas creativas. “Hago diseño gráfico, pero me considero más artista gráfica porque todos mis diseños empiezan a mano”, y se dedica también a la fotografía, en tándem con su pareja desde hace más de 30 años y padre de sus dos hijos, el fotógrafo y surfero Daniel Balda. Con él ha viajado y vivido por todo el mundo: Argentina, Miami, Costa Rica, Hawaii, Ibiza…Además, también le apasiona pintar, aunque reconoce que ahora mismo le falta tiempo que dedicarles a las divertidas criaturillas que dibuja.

No había vuelto a pensar en la cerámica hasta que hace unos años una amiga le contó que iba a empezar un curso e inmediatamente se reavivó su antiguo deseo y se apuntó sin dudarlo. Estuvo dando clases con Adrián Ribas del taller Sa Teulera cada día durante todo un invierno y se lanzó a compartir estudio durante un año y medio con aquella amiga, Laura De Grinyo ahora establecida como Ladio Ceramics. Aunque sostiene que entonces aún no tenía un estilo propio, sus primeras piezas las vendieron pronto a La Granja.

Hoy por hoy, podemos encontrar sus originales platos y cuencos en lugares de categoría como el restaurante con Estrella Michelin La Gaia de Óscar Molina, el resort Six Senses Ibiza o la exclusiva barra japonesa Omakase by Walter. Preguntada por cómo alguien, sin hacer promoción ni tener un punto de venta como tal, puede haber llegado a tener presencia en lugares como éstos, responde que todo es gracias al boca a boca y los contactos.

Este invierno participó en una exposición de ceramistas en el singular Espai Micus. La propia Katja Micus la contactó tras encontrarla en Instagram y la invitó a participar después de visitar su estudio. La muestra contó con obras de ocho ceramistas y estuvo desde diciembre hasta abril, una experiencia muy positiva que le permitió ampliar sus contactos y vender algunas obras más.

Maria elabora todas sus piezas a mano, por lo que nunca hace dos iguales. La mayoría las hace con el torno y las termina siempre a mano, aunque algunas están hechas a mano por entero. Siempre parte de una idea que le ronda la cabeza, con fuentes de inspiración muy diversas en su mayoría procedentes del arte, la arquitectura y el diseño de estilos variados. Luego “hace dibujitos” y más tarde el diseño, con las proporciones, el tamaño…algo que jamás es inamovible, porque siempre está sujeto a la espontaneidad del momento creativo.

Solo usa gres, arcilla de alta temperatura, pero utiliza ocho tipos diferentes. Casi todos los esmaltes que emplea los prepara ella misma, pues aprendió con una química de Barcelona, y todos los que usa son food-save. Así, consigue piezas ideales para ser usadas en gastronomía y que, a pesar de parecer delicadas, son muy resistentes a las altas temperaturas, al uso y a los golpes y que se pueden meter en el lavavajillas.

Cuenta con tres líneas artísticas o colecciones: Brutalista, inspirada en dicho estilo arquitectónico, que es la que más demandan los restaurantes; Raw, con piezas que no llevan esmalte sino un baño de cera de abeja siguiendo una técnica ancestral que cubre el poro de la arcilla impermeabilizándolas y que es antibacteriano; y Rústica, piezas lisas, sobre todo jarrones, que no están trabajadas por fuera.

Para ella es fundamental darle una vuelta a todo lo que hace, elaborar piezas orgánicas que conjuguen funcionalidad y una estética hermosa, siempre con un punto divertido y diferente y cada una con su propio carácter individual, al estilo de la filosofía wabi sabi que predica la belleza de la imperfección: “Como las personas, todos somos diferentes, ¿no?”

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