Cuando conoces por primera vez al actor e intérprete Miguel Molina, es imposible no quedar hipnotizado por su poderosa personalidad. El carisma emana de él como un aura invisible, cautivando tu atención inmediata e infinitamente. Proveniente de una dinastía española teatral, su padre es el célebre e icónico cantante y actor Antonio Molina, venerado por toda España durante décadas como pionero del teatro y las artes. Era normal que Miguel, uno de los ocho hijos, siguiera el legado de su padre, y es evidente que actuar es la sangre vital que recorre sus venas.
Nacido en Madrid, llegó a Ibiza cuando tenía sólo cuatro años, siguiendo el consejo de su hermana Ángela, otra muy alabada actriz que descubrió la entonces relativamente intacta belleza de Ibiza e invitó a su familia a venir a abrazar la libertad de esta fascinante isla.
Por supuesto, como tantos antes de ellos, fueron instantáneamente atraídos por el estilo de vida bohemio y despreocupado, e Ibiza se convirtió en un hogar lejos de casa, un oasis en la vida de esta familia tan profundamente atrincherada en el mundo del espectáculo. Miguel nos cuenta que Ibiza tiene los mejores recuerdos de su infancia y, de hecho, de su vida adulta, un lugar donde cada vez que pone el pie, está instantáneamente en paz, en casa, reconectándose con su yo, con el «verdadero» Micky Molina. La isla da un suave recordatorio de la pureza de la vida, llena de recuerdos icónicos de la infancia, un lugar para volver a conectar con verdaderos amigos, personas genuinas, la energía que lo sostiene.
Tras pasar gran parte de su vida adulta en primer plano, nos dice que el estrellato puede chupar la sangre de una persona, por fuerte que sea su carácter, pero en esta mágica isla, puede ser simplemente él mismo, recargar sus pilas. Tiene en su interior una profunda resonancia con el mar, el agua le atrae, un patrón cualificado que encuentra la paz en su, a menudo, loco mundo, en las aguas de Ibiza, así como en las montañas y el paisaje natural, los colores, la inocencia, los sentimientos inherentes que tranquilizan su alma y calman su espíritu.
Después de pasar los últimos meses recorriendo la península con su intensa pero inspiradora obra de teatro, De Miguel y Miguel, un homenaje al mítico poeta de los años ’30 Miguel Hernández, una poderosa actuación dramática, una enigmática combinación de drama, música y poesía, una rapsodia bohemia ambientada en una banda sonora de pianistas y violonchelistas.
Para Miguel, la emoción que experimenta cuando sube el telón es algo incomparable, mejor que cualquier estimulante artificial, la verdadera esencia de la fortuna y la reacción del público la razón misma del fuego en su corazón. Las buenas críticas le hacen recordar la sensación de ver a los miembros del público esperando en la puerta para ofrecer su agradecimiento, lo que evoca una sensación dentro de él que recuerda al tapón de una botella de champán, reavivando los sentidos y reafirmando su amor por la vida, la razón de todo lo duro que trabaja para lograrlo.
Este mes asistirá al Festival de Cine de Alicante para promocionar su última película, El Collar de Sal, donde interpreta al protagonista masculino, una película artística llena de belleza poética puesta en una banda sonora enfática. A su lado estará su esposa, su alma gemela y confidente durante 13 años, Sandra Blakstad, una talentosa diseñadora y actriz por derecho propio, que ha sido una constante fuente de apoyo y solidaridad para él, y él para ella, su relación representa el amor intenso y la integridad en este mundo siempre voluble del espectáculo.
El festival contará con 10 días de intensas entrevistas, prensa y relaciones públicas, y después realizará un regreso su amada isla, donde reiniciará su escuela de teatro para jóvenes. El placer que deriva de esto se evidencia en el brillo en sus ojos cuando habla de esta experiencia, la iniciación de jóvenes y niños en el mundo del teatro, enseñándoles no sólo las habilidades teatrales, sino mejorando su vida con este arte, construyendo confianza y fomentando y nutriendo sus talentos en ciernes.
En definitiva, Miguel Molina es una potencia positiva de las artes escénicas, es su razón de ser, su combustible, su fuego, y nosotros en Ibiza Style esperamos poder experimentar todo lo que tiene que ofrecer este año y en el futuro. Una fuerza a tener en cuenta.