Aunque no es el único sí probablemente el más genuino. Desde el concepto al chef, Sushiya Aoyama desarrolla el savoire-faire de la restauración japonesa en Ibiza de principio a fin.
No es un restaurante al uso. El flamante negocio de Hideki Aoyama es sushi-bar, de ahí el nombre ‘sushiya’; tapas-bar para compartir, ‘izakaya’ como lo llaman ellos, y el tan de moda after-work occidental, ‘tachinomiya’ en japonés, que viene a ser comer de forma informal, en la barra y de pie. Todo regado con un excelente sake y opción de un buen blanco o tinto si la bebida de arroz fermentado no gusta o no apetece.
El local es pequeñito y encantador, y está situado en una de las plazas más representativas de lo que el histórico barrio de los pescadores de Ibiza fue. Junto a la calle de la Virgen, muy cerca de las murallas, está la Plaza de Sa Drassaneta, donde hace algunos años aunque no tantos, se construían los llaüts que salían a por pescado fresco, ese que ahora da sabor a los nigiris, los makis, el sushi y el sashimi del chef Aoyama, graduado en la prestigiosa Tokyo Sushi Academy por los maestros japoneses de sushi Makoto Fukue y Suehiki Shimizu.
La carta funciona según mercado. Y además de pescado fresco y el arroz más popular entre los chefs japoneses de Europa -el yumekishiki-, algas, tofu, daikon, miso, soja y wasabi son otros de los ingredientes comunes del sushi-bar, combinados con originalidad, música suave y amor. Por Japón, comer sano y rico y, naturalmente, la isla.
