Un sabio persa con turbante mira desde la pared a los visitantes de la exposición «Nomad» de Elisabeth Louy. El mismo sabio, pero pintado más de 100 años antes, una reliquia que perteneció a su padre, vigila la sala de estar de la artista en el poblado de Sa Revista, en Ses Salines. Elisabeth ha liberado cuidadosamente al personaje de entre su historia familiar y lo ha llevado al luminoso estudio Balli Interiors, donde expone sus piezas comisariadas por Davide Campi.

Dicen que sólo se pueden unir los puntos mirando hacia atrás. Cuando coge una pintura acrílica y un lienzo, Elisabeth Louy conecta sin esfuerzo épocas y culturas con su característica técnica de un solo trazo.

La artista, nacida en Nueva York y criada en Italia por persas, propone una mirada a los diferentes puntos del mapa de su propia vida: desde sus años como estudiante de arte a artista en auge en el corazón de Nueva York en los 80 y 90; o cuando se convirtió en madre y fue fotografiada por el legendario Bill Cunningham del New York Times.

Los 80 en Nueva York fueron una década icónica de florecimiento del arte, la danza, la música, las artes culinarias y la moda. Elisabeth atesora los recuerdos de una década de libertad e inspiración creativa, con inspiradoras conversaciones con nuevos artistas emergentes en el Soho, paseos por el centro de Manhattan con un moderno cochecito de dos plazas, o bailando toda la noche en Studio 54.: «Podías ser tú mismo, vinieras de donde vinieras, una verdadera inspiración urbana». Elisabeth dio un salto de fe cuando a principios de la década del 2000 decidió dejar atrás Nueva York y embarcarse en una nueva aventura hacia Europa. Ibiza no iba a ser su destino final, pero una visita a la isla marcó un nuevo rumbo en su vida: la artista se enamoró de la isla y encontró aquí un nuevo hogar.

Si te fijas bien, podrás encontrar todas las piezas de esta vida inspiradora en diferentes obras de la exposición «Nomad». Hay una escena de la antigua Grecia que cuenta la historia de Ariadna, que sacó a Teseo de la cueva del minotauro con su hilo, tal como Elisabeth guía a los espectadores a través de la oscuridad hacia la luz con esa única línea en movimiento. O el retrato de una mujer oriental, que mira desde debajo de su velo, un bello símbolo esencial en el lenguaje artístico de Elisabeth, especialista de la mirada. Incluso una «ciudad perdida», una imagen familiar para todo nómada que se acerca a un nuevo destino que aún no se ha revelado. Resulta curioso que las siluetas de las místicas ciudades perdidas están inspiradas en las resplandecientes montañas de sal de Ses Salines. Cada pieza no es más que un trazo único que atraviesa capas de significados directo a la esencia de las cosas.

Con cada trazo, Elisabeth desecha los detalles innecesarios y nos conduce al núcleo puro de las cosas. Su técnica ha pasado de los retratos más elaborados a dejar algunas partes intencionadamente inacabadas, hasta conformarse con capturar al sujeto con una sola línea. Una línea que parte de su mirada, atraviesa su corazón y se vierte en el lienzo.

«Hicieron falta 20 años para poder captar la esencia en 10 minutos».
Elisabeth comienza su creación observando profundamente al sujeto, contemplando su alma y traspasando su apariencia para asomarse directamente a su espíritu. La mirada de sus profundos ojos persas es una forma de arte en sí misma. «Si no miras a alguien a los ojos es como si no lo tuvieras en cuenta». Después coge un frasco de acrílicos para transmitir la historia en el lenguaje de los trazos y los colores.

«El nomadismo no es sólo un viaje afuera, es un viaje interior», dice Elisabeth. Hija de muchas culturas, hizo de Ibiza su hogar hace más de 20 años. Pero esta isla no es sólo su hogar desde hace dos décadas, también es un puerto donde los antiguos fenicios ponían por primera vez los pies en tierra firme tras meses y años viajando por los mares.

Al igual que sus antepasados nómadas, Elisabeth Louy prosigue incansable el viaje tras alcanzar tierra.  No necesita coger un pasaporte, subirse a un avión o a un barco para viajar a un nuevo destino; lo hace cada vez que entra en su estudio, invitando a sus espectadores a seguir el camino que ella esboza con un simple trazo para encontrar los tesoros que encierra.

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