En una importante etapa de la historia de las Pitiusas, las salinas se constituyeron como el motor económico de éstas. Asociado a esta explotación salinera vinieron a las islas los primeros avances. La primera máquina de vapor, el primer motor diesel, el primer teléfono y, hasta la fecha, el único tren. Las salinas de Ibiza y Formentera fueron la primera causa, la primera lucha, dentro del primer movimiento proteccionista. Y como consecuencia de lo anterior, las salinas de Ibiza y Formentera fueron el primer espacio protegido de nuestras islas Pitiusas.

El Parque Natural de las Salinas de Ibiza y Formentera se constituye como una gran unidad ecológica, que si bien presenta un enorme grado de diversidad, alberga en sí misma unas características climáticas, geográficas, paisajísticas y otras, que hace que presente unas condiciones ambientales propias y definitorias del área.

Dicho espacio ubicado entre las dos islas de Ibiza y Formentera, junto con el brazo de mar e islotes que las unen, se constituye como uno de los espacios naturales más ricos, diversos y singulares no solo del conjunto balear sino incluso de la región biogeográfica del Mediterráneo Occidental.

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Esta gran biodiversidad viene determinada, a su vez, por su diversidad misma de ambientes y ecosistemas existentes en el área: estanques salineros, marismas, bosques, campos de cultivo, sistemas dunares, costas rocosas y acantilados marinos, presencia de fondos arenosos, duros, cubiertos por Posidonia oceanica, islotes.

En las salinas de Ibiza y Formentera encontramos la principal población de aves acuáticas de las islas Pitiusas, con especies que encuentran en los estanques y zonas húmedas lugares de nidificación, otras que se refugian de los fríos del norte y pasan la temporada invernal y aún otras más que utilizan las salinas como zona de paso en sus viajes migratorios. A éstas se les unen las propias de nuestros campos, bosques y las aves marinas.

Pero además de las aves, tenemos otros grupos faunísticos como los marinos y no menos importantes. Es el caso de las poblaciones de peces, cetáceos, con un total de tres especies de delfines diferentes, además de la posibilidad de avistar cachalotes y rorcuales, junto con la presencia numerosa de la tortuga marina, entre otros.

El rosa, coloración poco habitual en los espacios naturales, tan patente en las salinas, se da tanto de forma extensa como de forma puntual.

A nivel extenso presente en los fondos de los estanques, que tapizados por bacterias del género Halobacterium, le dotan de este especial color en toda la extensión de los estanques cristalizadores. De forma puntual, las mismas condiciones extremas de estos estanques hipersalinos hace que sean poblados por un pequeño crustáceo denominado Artemia salina, que necesita, por la pobreza de oxigeno en las aguas, de una gran cantidad de pigmentos respiratorios que le dan una fuerte coloración rojiza; gambita o crustáceo que al servir de alimento a los flamencos tiñe de rosa sus alas.

Rosas son los estanques, rosas son las artemias, rosas son los flamencos que so- brevuelan a modo de llamaradas los mismos estanques.

Es el caso de los islotes, en donde la práctica totalidad de su fauna terrestre es endémica, exclusiva de su pequeño territorio insular. Escarabajos, caracoles y otros invertebrados, que en su máximo grado de especialización se han adaptado a cada islote, formando una especie propia de éste, única en el mundo. O el tan especial caso de nuestras lagartijas. Especie de las Pitiusas que, en los procesos de unión y separación entre los islotes y las “islas madres” por las subidas y bajadas del nivel del mar entre las épocas glaciales, determinó su aislamiento genético, su sepa- ración biológica y la formación de una raza o subespecie endémica propia del islote. Con formas, tamaños y coloraciones diferentes. Además de lo anterior y a un nivel de mayor escala, en nuestro querido espacio de las salinas encontramos uno de los escasos vertebrados endémicos. La pardela balear, el Virot. Nuestro “pequeño albatros marino”, tan marino que únicamente vuelve a tierra cada año para poner su único huevo en las costas del parque. O la también especie endémica, a nivel mediterráneo, la Posidonia oceanica, protectora de nuestras playas. Que si bien es propia del mar Mediterráneo, presenta en las aguas del Parque Natural las principales y aún mejor conservadas praderas de esta planta marina.

La conservación de todo el conjunto ambiental, la gran presencia de los valores ambientales anteriormente resumido, demanda un gran nivel de responsabilidad, y de exigencia en la gestión del espacio acorde con la presencia de estos impor- tantes tesoros naturales.

En Abril ha salido a la venta en las principales librerías de Ibiza la primera edición de «LA SAL D’EIVISSA I FORMENTERA» (Surumbam Produccions), con fotos de Joan Costa y textos de autores como Carmelo Convalia, Antoni Ferrer Arbárzuza, Jaume Estarellas, Vicent Marí (Palermet) y Josep Colonques.

El fotógrafo ibicenco Joan Costa ha captado a través del objetivo de su cámara todos los matices de la sal de Ibiza y del Parc Natural de ses Salines, uno de los rincones más emblemáticos de la isla. Esta edición se publica en castellano y en catalán. Una segunda edición en Inglés está previsto.

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