A primera hora de la mañana me encontré con Toni en el puerto natural de Portinatx. Ya me estaba esperando delante de su caseta varadero con una pequeña Zodiac lista para ponerse en marcha, con la que nos dirigimos al AVE II, su llaüt, construido en Mallorca hace 28 años. Se nota a primera vista que se trata de un barco de trabajo y no uno de los lläuts mimados por capitanes aficionados o dedicados a la pesca recreativa. A proa hay instalado un cabrestante motorizado con el que puede izar a bordo las redes desde las profundidades marinas. La cubierta está llena de redes de pesca, amarras y boyas. En casi toda la superficie de la cubierta del barco hay un toldo tensado; cerca de la popa hay una pequeña cabina de conducción equipada con los instrumentos más necesarios, como GPS, sonda acústica, radio y una emisora de salvamento.
Una vez soltada la amarra entre la boya del ancla y el barco, nos abrimos camino entre las demás embarcaciones existentes en la bahía hasta alcanzar el mar. Ponemos rumbo al norte. Allí, en un fondo rocoso a una profundidad de entre 70 y 80 metros, se encuentra el hábitat de las langostas. Toni conecta el timón con un piloto automático en el que están introducidos los datos de GPS del lugar en el que Toni tendió las redes la semana anterior. Normalmente, las redes se recogen ya a los tres días. Sin embargo, el mal tiempo y ciertos daños en el motor tienen la culpa de que la red no se recoja hasta varios días después. Por ello, Toni se muestra ya escéptico sobre su estado mientras nos dirigimos allí.
Durante la hora y media de trayecto, Toni –acompañado del monótono zumbido del motor– limpia las redes de cubierta para prepararlas para la próxima captura. Finalmente avistamos en el horizonte una boya marcada con una pequeña bandera, un extremo de la red. Desde la otra boya, que flota a una distancia de entre 500 y 700 metros, no se ha podido ver nada tras una larga búsqueda. Probablemente se haya roto en la tormenta.
Entretanto, Toni se ha puesto su peto de pescador impermeable color naranja y arrastra a cubierta la boya identificada con AVE II. Recoge rápidamente un par de metros del cable que cuelga más abajo y lo coloca sobre el cabrestante con la habilidad que da la experiencia. Lentamente arrastra a cubierta la red metro a metro. Tras más de cien metros aparece en la red la primera langosta. Toni detiene el motor del cabrestante y corre a proa a sacarla de la red. Sin embargo, solo es el caparazón de una langosta vieja de gran tamaño. Quedó atrapado demasiado tiempo en la red y fue comido por los peces depredadores y por sus congéneres. Sin embargo, poco después aparece en la superficie una langosta que, si bien es algo más pequeña, está vivita y coleando. Este procedimiento se repite varias veces.
Sin embargo, hay más caparazones vacíos que langostas vivas; es un día catastrófico para un pescador de profesión, ya que por cada kilo obtiene 60 euros en el mejor de los casos. En la captura de hoy, los costes del gasóleo son más elevados que los ingresos. Además, los pescadores deben ser miembros de una de las cofradías de la ciudad de Ibiza o de San Antonio. Estas exigen a sus socios cuotas mensuales. Toni es socio de la cofradía de la ciudad de Ibiza y debe pagar cada mes una aportación cercana a los 250 euros. Igual que él, muchos miembros se quejan de las altas contribuciones, en especial porque la presidencia de la cofradía no les permite ver para qué se emplea ese dinero.
En Portinatx hay solo cinco pescadores de langostas. Es un trabajo duro y fatigoso que no reporta demasiado. En los dos últimos años, el precio del gasóleo se ha duplicado, y el precio de la langosta se ha mantenido al mismo nivel. Los jóvenes ya no quieren pasar esas fatigas. Los pescadores trabajan como esclavos, a primera hora de la mañana o por la noche. Los jóvenes desean comodidad, independencia y un salario seguro. Cuando Toni deje de trabajar dentro de quince años será uno de los últimos pescadores. Sin embargo, Toni dice que las langostas no se extinguirán. Cada año se multiplican. Además, no se pueden capturar durante el tiempo de veda, entre el 1 de septiembre y el 30 de abril. En este periodo, los pescadores tienen que vivir de lo que hayan ganado durante el verano.