En el extremo del pontón principal del puerto para yates de lujo Marina Ibiza -dejando Lío a la derecha- se halla el nuevo punto de encuentro para marinos y mirones: Calma. Sin duda, su nombre le hace justicia: el lugar invita a un magnífico relax disfrutando de un combinado o una copa de champán en el lounge mientras se contemplan las vistas de la fortaleza o del casco antiguo. Uno se sienta como un naviero en la popa de su yate en pleno puerto rodeado del agradable personal, al que aconsejamos pedir la especialidad del bar para disfrutar de las últimas luces del día: el mojito de la casa (cuidado: ¡crea adicción!)
La carta del bar es clara y se concentra sin grandes pretensiones en los platos ibicenco-mediterráneos clásicos: tapas y ensaladas recién preparadas, pescado fresco (muy recomendables la sirvia o el atún de aguas pitiusas) y algunos clásicos de la carne. Además, por fortuna, los precios no son desorbitados. En este caso no hay que hablar del consabido «suplemento de puerto de lujo».
Las televisiones, que en un bar español son por lo general imprescindibles y suelen estar a todo volumen, se mantienen aquí apagadas la mayoría de las ocasiones, lo cual es motivo de especial alegría, ya que los numerosos yates y transbordadores que pasan delante de los lugares más emblemáticos de la ciudad ofrecen distracción más que suficiente. Incluso los teleadictos más empedernidos se rinden a la evidencia: mejor sentarse aquí que delante de la «caja tonta» con una cerveza.
Está abierto de 9:00 de la mañana hasta las 3:00 ya en la madrugada, y la cocina cierra a las 0:00 horas.