Desde la Semana Santa, cuando arranca la temporada, hasta finales de octubre, miles de turistas y muchos residentes pueden darse el capricho de navegar por el puerto de Eivissa a bordo de un llaüt, la pequeña embarcación tradicional de la isla. Tan atractivos y asequibles paseos náuticos —imprescindibles a la caída del sol, mientras anochece— aún resultan posibles gracias a los hermanos Aniano y Lourdes Costa Mariné, herederos del fundador del servicio regular de pasajeros entre el muelle de Vila y la playa de Talamanca, un enclave entonces paradisíaco. El armador Benjamí Costa Bailach, activista sindical de ideología socialista, impulsó en 1932 la línea marítima que ahora explotan sus nietos, aunque hoy los botes sólo llegan a la zona comercial y hotelera de es Botafoc.
La dictadura franquista ‘premió’ con catorce años de cárcel, de los que cumplió siete y medio en los calabozos del claustro del Ayuntamiento, su fidelidad a la Segunda República durante la Guerra Civil. Fueron tiempos muy duros para él y su familia. No obstante, tras sufrir las represalias fascistas, ‘Laieta’ —que había sido dueño del café La Estrella, todavía existente— puso otra vez en marcha el negocio con la ayuda de sus hijos. Era 1953, época pionera de escasos clientes, pero repleta de ilusiones ante la perspectiva económica que ya ofrecían las Pitiüses.
Al crecer la demanda, el viejo llaüt ‘Reina del Mar’, que también transportaba cemento y materiales de construcción a Formentera, sería reemplazado por dos barcas más modernas y funcionales, ‘Talamanca’ (botada en 1960) e ‘Illa Plana’ (1967). A ambas, que siguen operando, se les unió ‘El Corso’ (1988). La actual ruta incluye paradas frente a la discoteca El Divino, su apoyo publicitario básico: «Nos adaptamos a las nuevas circunstancias», explica Aniano, cuya flotilla recibió en 2003 el premio Mejor Empresa de Eivissa y Formentera. Todo un honor para esta legendaria saga de marineros.