Con unos cuantos kilos menos, pero con los ojos brillantes, Antonio Villanueva afirma rotundo: “el covid me ha cambiado la vida, me ha convertido en otra persona, con bastante más energía y con ganas de hacer más cosas”. El reputado pintor toledano ha salido recientemente de la UCI, donde llegó a pensar que esta vez no lo contaba, algo que resulta verdaderamente irónico, pues hace unos meses diversas galerías de todo el mundo contactaron a sus hijas preguntando por su obra, al pensar que había fallecido. Ahora, con la urgencia vital que le ha legado esta enfermedad de la que ya por fin está casi recuperado, está más que preparado para embarcarse en uno de sus proyectos más ambiciosos y queridos, uno al que lleva años dándole vueltas: “creo que ahora ha llegado el momento”.

Antonio quiere crear una fundación artística para los ibicencos y para dar un espacio a esos muchos artistas de la isla que están “dejándose los cuernos para hacer cosas”, pero que no cuentan con el suficiente apoyo por parte de las instituciones. “Me da mucha pena en lo que se ha convertido Ibiza, he dicho montones de veces que Ibiza estaba cerca del paraíso y nos equivocamos de camino”. Rememora cuando llegó a Ibiza en 1968 y desde el recordado Sandy Bar de Santa Eulalia entabló amistad con pintores como Dmitrienko, Ian Galbraith, Erwin Bechtold, Eduardo Úrculo, Manolo Mompó, Eduard Micus, Graham Coughtry, Hans Laabs, Monreal, Zush, Mumford… Eran años de efervescencia cultural en la isla, con viajeros llegados de todo el mundo entre los que se incluían algunos de los grandes artistas e intelectuales de la época, y calles y plazas que bullían de vitalidad y colorido, como Villanueva reflejó fielmente en sus obras de aquellos años.

Antonio trabaja con una galería en Saint Paul de Vence, en el sur de Francia, donde se encuentra la Fundacion Maeght, un espacio singular que cuenta con obras de todos los grandes artistas y es visitado por todos los viajeros que se acercan a la Costa Azul. Un espacio en el que se inspira para la fundación artística que quiere crear en Ibiza y con la que pretende devolver a la isla esa pátina de creatividad que tuvo en sus años dorados, antes del cierre de tantas y tantas galerías.

Para la creación de la fundación, Villanueva cuenta con miles de obras de arte, suyas y de artistas de la talla de Picasso, Braque o Cocteau, “de todos los artistas que han pasado por aquí o que he conocido a través del mundo”, obras que le gustaría ceder a los ibicencos para que pudieran contemplarlas en un espacio que, además de expositivo, fuera un lugar de trabajo y aprendizaje artístico.

Actualmente está en la búsqueda de un sitio lo suficientemente grande para albergar esa gran cantidad de obras y una gran biblioteca, con jardines donde instalar esculturas, y ya ha mantenido conversaciones con diversos representantes culturales del Consell de Ibiza y del Ayuntamiento de Santa Eulalia. A falta de encontrar ese espacio idóneo, “la cantera de Santa Eulalia, por ejemplo, sería perfecto”, el proyecto está ya en manos de los abogados, con los estatutos redactados y todo el papeleo listo: “es inminente”.

Además de este gran sueño que sería todo un regalo para la isla, Villanueva está muy ilusionado con su proyecto de pintar El Quijote, algo que le plantea un reto: “Es muy difícil porque en el arte solo hay copia o revolución y prácticamente todos los pintores del mundo han pintado El Quijote; y en este punto de mi vida si no hago algo que me guste mucho y que esté muy bien no sirve para nada”. El plan es pintar unas 20 obras y elaborar una caja de grabados con textos seleccionados, como hizo con su “Tao Te King. Diálogo” y presentarlos en diciembre de este año en Viena.

También ha entregado recientemente 125 grabados iluminados numerados de su obra “Todo va bien” para decorar todas las habitaciones del hospital de Can Misses en Ibiza y transmitir a los enfermos algo de optimismo, color y positividad que les haga más llevadera la estancia. “El trato exquisito que tuvieron conmigo, su profesionalidad, generosidad y cariño me hicieron ver la superioridad de la sanidad pública. ¡Me salvaron la vida!”. Tras esta dura experiencia, es evidente que Antonio ha vuelto con más energía y creatividad que nunca.

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