Que los clientes se sumerjan en una experiencia que satisfaga todos sus sentidos: ése es el objetivo del pequeño equipo detrás de Cana Pepeta.
El restaurante se enorgullece de ser sostenible, lo que significa utilizar productos locales de la mejor calidad. El chef sólo utiliza verduras de temporada: el 95% son ecológicas y se cultivan en la isla, algunas de las frutas son de temporada del huerto del propietario, y el cordero procede de una finca vecina con ovejas. Las gallinas están criadas en libertad en Ibiza, y los huevos los suministra el único productor ecológico de la isla. El pescado, en su mayoría capturado en Ibiza, no tarda más de tres días en llegar al plato.
Lo mejor de Cana Pepeta es probablemente su cocina de alto nivel. El chef, Francisco Guzmán, utiliza un horno Josper y dos parrillas que alcanzan temperaturas constantes de forma natural, usando carbón sudamericano, roble ibérico y madera de pino de la isla.
Las claves son la calidad de los ingredientes, el chef adecuado y el Josper, que cocina a la perfección.
Francisco dice que su plato favorito es la lubina, porque es «perfecta en todos los sentidos».
Los platos de la carta van desde las diversas opciones de pescado y marisco (incluido el pescado del día) hasta pollo y tres tipos diferentes de carne de vacuno: el Swami danés, el chuletón del País Vasco, madurado 45 días, y el Sakura Hanami, procedente de Italia. Están considerando también más opciones veganas.
Probamos algunas de las delicias del menú: gambas rojas que se deshacen en la boca, seguidas de un filete de salmón y un lomo bajo Black Angus acompañado de verduras asadas, todo a la parrilla. Además, una increíble coliflor a la crema de gusto sedoso y boniatos. Para terminar, la versión del chef de la crema catalana (servida en una copa de martini).
Parte del placer es simplemente sentarse al aire libre en plena naturaleza, con algún que otro amigo de cuatro patas junto a sus dueños, disfrutando de las delicias de Francisco y su equipo. Cana Pepeta da la bienvenida a todo el mundo, y al mirar alrededor se observa una clientela variada. Algunos pueden tomar una botella de vino de 600 euros, otros, elegir otra más modesta desde los 25 euros, con un gasto medio por persona entre 65 y 75 euros.
El equipo del restaurante, profesional y muy unido, reconoce que el local está siempre evolucionando, ya sea por las plantas situadas entre las mesas o por la carta de vinos en constante expansión.
Morgan, el director general, y los compañeros que conocimos, entre ellos Anna y Yuma, forman un equipo relajado y parecen disfrutar del trabajo. Anna lo describe como una «pequeña familia» desde que abrió hace 3 años.
Detrás del restaurante hay una impresionante galería de arte, un festín visual que Tota Fairno ayuda a comisariar y permite a los comensales «sumergirse en la cultura» con una selección de piezas de la galería de arte Leonhard de Amberes (Bélgica).
Además, en los próximos meses presentarán una librería con literatura clásica y clásicos modernos, además de algunos libros de no ficción y de gran formato.
Entre el 15 de julio y finales de agosto habrá también una tienda pop-up de ropa vintage.
El local, en constante evolución, planea abrir también una nueva zona ajardinada para que los clientes se sienten a cenar bajo una hermosa morera.
A lo largo del verano, puedes tener la suerte de disfrutar de una actuación del respetado cantante y guitarrista Paul Powell, o del icono de la música cubana Norberto Guerra.