Matías Rodríguez y Sandra Guasch personifican la pasión por el motor. Matías es un gran aficionado al motocross, los coches y la velocidad. Sandra viajó varias veces a Marruecos y hacía rutómetros de jovencita con sus padres. Canario e ibicenca se conocieron en el instituto en Madrid, y desde hace 22 años son pareja e inseparables en todo. “Nos llevamos tan bien y siempre hemos tenido tan buena sintonía, que todo lo hemos hecho juntos”. Pero las empresas compartidas, hijos y otras responsabilidades postergaban su sueño común de conducir en Marruecos.
Hace unos años, Matías restauró un Lada Niva destrozado de 1996 y le quedó tan bien que llamó la atención de Marcel Quirós, de BXS Motorsport, preparador de Lada Nivas de Tarragona. La casualidad (o quizás el destino) hizo que Quirós coincidiera en el rincón más remoto, en un bar de Merzouga, el pueblo marroquí donde empiezan las dunas de Erg Chebbi, con un buen amigo de Matías. Se sentaron justo al lado en el bar y empezaron a charlar y, al enseñarle una foto del coche, Quirós respondió: “¡Pero si éste es el Lada de un chico de Ibiza!”. Divertidos, llamaron a Matías desde allí mismo.
Ese encuentro fortuito impulsó la amistad de Matías y Quirós. Tras varias carreras juntos y visitas a su casa en Tarragona, Marcel Quirós, que ha corrido el Dakar y cuenta con un equipo muy reconocido, insinuó que quizás podría conseguirles plaza, pero ellos respondieron que no se molestara. “Jamás nos habíamos planteado el Dakar. Es como decir ‘yo antes de final de año quiero correr en la Fórmula 1’, te van a decir que estás loco”. No tenían la preparación física y psicológica necesaria y los niños y obligaciones hacían casi imposible ponerse a punto a tiempo ni desplazarse tantos días. Pero Quirós pidió la plaza y se la concedieron. Entonces, Sandra y Matías se dieron cuenta de que no la podían desaprovechar: “Cuando la oportunidad te persigue…Y ésta quizás no vuelva más”.
La icónica prueba del Dakar es una de las más duras del mundo y celebra su próxima edición en enero de 2024 en Arabia Saudí. Ponerse a punto en tan poco tiempo es tremendamente difícil. A pesar de la enorme afición por el motor en la isla, no existen lugares donde se pueda entrenar, por lo que tienen que desplazarse a la Península para testar el coche y la electrónica. Hasta la prueba, tienen previstas unas seis carreras y un viaje a Marruecos para practicar en dunas, un tipo de conducción muy complicada. “Vamos muy justos, pero creo que podemos hacerlo bien”, dice Sandra. Matías, matiza: “Ella es muy exigente consigo misma. Es muy buena copiloto y navega muy bien. Nos entendemos súper bien en el coche, lo hacemos muy bien. Lo que pasa es que en una carrera de 15 días como es el Dakar pueden pasar infinidad de cosas”.
La carrera es realmente dura, con calores extremos que pueden oscilar desde nieve y escarcha por la mañana hasta casi 45º a mediodía. Al ser un coche clásico, nada de aire acondicionado, mono y casco como vestimenta, muchas horas y muchísimos kilómetros de conducción tediosa y larga por el desierto, casi sin comer, tratando de no parar para nada, y siguiendo las instrucciones del route book que proporciona la organización cada día, siempre diferentes, con la dirección en coordenadas y tramos cronometrados de regularidad en los que hay que mantener una velocidad constante para que no te penalicen, algunos muy lentos, otros en los que hay que llegar lo antes posible, tramos de pista, tramos de dunas… “Tengo que ir muy, muy concentrado”, dice el piloto. Para ello, es imprescindible la buena labor de su copiloto, encargada de darle las instrucciones en todo momento: “Ella es la que gana la carrera”.
Sobre sus posibilidades, Sandra es prudente: “Yo siempre me pongo en el peor de los casos. Tenemos mucha presión y el tema psicológico es muy importante”. Matías es más optimista: “Si el coche funciona bien y no nos equivocamos mucho, podemos optar a casi todo, no solo a terminar. Pero la acumulación de cansancio durante esos días hace que te equivoques, es casi imposible que no te pierdas unas cuantas veces, porque la navegación es muy complicada…”. La gran baza de este singular equipo es su compenetración: “Hemos vivido muchas aventuras juntos, nos crecemos en estas situaciones”, dice Matías. Sandra, inmediatamente, añade: “Sí, nos complementamos, cuando uno se pone nervioso el otro se calma”. Cada uno tiene muy claros los puntos fuertes del otro: “Él es muy hábil conduciendo, se le da muy bien y tiene mucha cabeza fría cuando hay que tenerla, gestiona muy bien las situaciones de peligro”. Matías, por su parte, resalta sobre Sandra “la rapidez en resolver los problemas, discurre muy rápido, no se bloquea y nos saca del atolladero”. Y concluyen: “Cada uno lo hace muy bien en su puesto y hemos aprendido a no cuestionarnos”.
Sin embargo, la cuestión más difícil es encontrar a tiempo suficientes patrocinadores. De momento, cuentan con el apoyo de varias empresas ibicencas, pero si no consiguieran la financiación, en enero solo podría correr el coche principal de BXS Motorsport, con Marcel Quirós y el también ibicenco Antonio Blackstad como copiloto. En octubre harán la presentación oficial del coche, en la que probablemente esté Toni Vingut, piloto ibicenco asiduo al Dakar que también participa este año. Matías y Sandra se enfrentan a una auténtica contrarreloj para cumplir este gran sueño, pero están dedicando muchísimo trabajo y poniendo todas sus ganas e ilusión para lograr cruzar la meta en Yanbu el año que viene.