¿Cómo consigue un club no sólo sobrevivir y prosperar durante 50 años, sino también convertirse en un símbolo de Ibiza en todo el mundo? No se trata del lugar, la clave está en la gente que trabaja en el club y configura su espíritu y su alma. La imagen del club, la inspiración que perdura en la memoria, son sus legendarios bailarines. Ibiza Style estuvo con 5 antiguos bailarines de Pacha, cuyas historias y energía son indisolubles de las de Pacha e Ibiza.

Sanna Kylmala creció en un pequeño pueblo de la costa oeste de Finlandia. Visitó Ibiza por primera vez a los 15 años, en 1989, y se enamoró de la isla. El siguiente verano volvió y se quedó 2 meses trabajando como RR.PP. en un club en San Antonio. Una noche entró en la fiesta ‘Hat and Rose’ de Pacha, vio a los bailarines y supo que quería ser una de ellos. Se hizo amiga de varios bailarines y a finales de ese verano dejaron que subiera a la tarima. Ese invierno bailó en Pacha Madrid y su sueño se hizo realidad: bailó durante los veranos de 1991-1996 en Pacha Ibiza, desde Semana Santa hasta finales de octubre, además de un invierno en Barcelona. Sanna asegura que no habría bailado en ningún otro sitio, que siendo bailarina de Pacha ya eras una estrella en la isla. Describe cómo cada bailarina tenía su propio estilo, que nunca competían entre ellas si no que se complementaban. Los bailarines se volvieron sus mejores amigos y crearon una comunidad, una familia cuyos lazos siguen siendo fuertes hoy en día. La dirección trataba bien a los bailarines, a pesar de un momento de rebeldía en 1992 cuando los bailarines se fueron a otro club, pero volvieron a las dos semanas a Pacha. Para los bailarines la fiesta comenzaba después, cuando iban a clubs como Space y después al Croissant Show. Sanna dejó Pacha tras 5 años porque sentía que era el momento, que estaba agotada, y aunque fueron los mejores días de su vida, no fue siempre fácil. Afirma que no puede imaginarse bailando allí en este momento debido al cambio total del club. Aunque Pacha siempre será su casa, un lugar que representa parte de su juventud. Sanna se marchó de Ibiza para vivir en Beirut, Dubai y El Cairo, pero siempre volvía en verano, hasta el 2014, que se quedó en Ibiza para siempre. A día de hoy dirige su propio negocio inmobiliario, Amar, organiza fiestas y cría a su hija en la isla.

¿Cómo consigue un club no sólo sobrevivir y prosperar durante 50 años, sino también convertirse en un símbolo de Ibiza en todo el mundo? No se trata del lugar, la clave está en la gente que trabaja en el club y configura su espíritu y su alma. La imagen del club, la inspiración que perdura en la memoria, son sus legendarios bailarines. Ibiza Style estuvo con 5 antiguos bailarines de Pacha, cuyas historias y energía son indisolubles de las de Pacha e Ibiza.

Sanna Kylmala creció en un pequeño pueblo de la costa oeste de Finlandia. Visitó Ibiza por primera vez a los 15 años, en 1989, y se enamoró de la isla. El siguiente verano volvió y se quedó 2 meses trabajando como RR.PP. en un club en San Antonio. Una noche entró en la fiesta ‘Hat and Rose’ de Pacha, vio a los bailarines y supo que quería ser una de ellos. Se hizo amiga de varios bailarines y a finales de ese verano dejaron que subiera a la tarima. Ese invierno bailó en Pacha Madrid y su sueño se hizo realidad: bailó durante los veranos de 1991-1996 en Pacha Ibiza, desde Semana Santa hasta finales de octubre, además de un invierno en Barcelona. Sanna asegura que no habría bailado en ningún otro sitio, que siendo bailarina de Pacha ya eras una estrella en la isla. Describe cómo cada bailarina tenía su propio estilo, que nunca competían entre ellas si no que se complementaban. Los bailarines se volvieron sus mejores amigos y crearon una comunidad, una familia cuyos lazos siguen siendo fuertes hoy en día. La dirección trataba bien a los bailarines, a pesar de un momento de rebeldía en 1992 cuando los bailarines se fueron a otro club, pero volvieron a las dos semanas a Pacha. Para los bailarines la fiesta comenzaba después, cuando iban a clubs como Space y después al Croissant Show. Sanna dejó Pacha tras 5 años porque sentía que era el momento, que estaba agotada, y aunque fueron los mejores días de su vida, no fue siempre fácil. Afirma que no puede imaginarse bailando allí en este momento debido al cambio total del club. Aunque Pacha siempre será su casa, un lugar que representa parte de su juventud. Sanna se marchó de Ibiza para vivir en Beirut, Dubai y El Cairo, pero siempre volvía en verano, hasta el 2014, que se quedó en Ibiza para siempre. A día de hoy dirige su propio negocio inmobiliario, Amar, organiza fiestas y cría a su hija en la isla.

Nacido y criado en Buenos Aires, el primer trabajo de Paulo Gabba fue como instructor de esquí en Argentina. En 1994, con 18 años, comenzó a visitar Europa y una primavera le recomendaron ir a Ibiza. En su primera noche allí, Paulo fue a la Plaza del Parque y conoció a Gustavo, que le convenció de quedarse en la isla hasta el opening de Space. Se quedó y nunca más se marchó. Paulo empezó a bailar en Dome en 1996, y entre 1998 y 1999 también bailaba 3 noches por semana en Pacha en fiestas especiales. Paulo recuerda varias noches en las que él y Gustavo llegaban de Dome a las 3.30/4.00h y “había tanta gente en la fila y esperando fuera para entrar en Pacha que no podíamos entrar a trabajar”. Paulo cambió la tarima por las relaciones públicas y reservas en Lío, Pacha Ibiza, Destino, Pacha Formentera y a día de hoy sigue trabajando con el grupo Pacha.

La ibicenca Adriana Romero ayudaba a su hermano, el artista Rom Ero, con el merchandising de Pacha y después comenzó a trabajar como RR.PP. en el club. Nos cuenta que le llevó tiempo conseguir trabajo como bailarina, pero después de varios inviernos bailando y muchos disfraces, en 1995, a los 22 años, entró en el equipo de bailarines de verano. Adriana mantuvo su trabajo como bailarina hasta 2003, cuando decidió que ya era suficiente. Se mudó a Barcelona y después a Madrid y estuvo trabajando en la moda y la decoración. Una parte especial de su experiencia en Pacha fue unirse al tour mundial de Pacha y visitar 20 países. Otro momento destacado para Adriana fue ser la chica de Pacha que salía de tartas de cumpleaños gigantes. Se le ilumina la cara, “nos lo pasábamos tan bien, no te lo puedes imaginar”. Cuenta que, antes de los teléfonos móviles, Pacha era un sitio más íntimo, un lugar donde te encontrabas con princesas, estrellas del rock, actores, gente normal, famosos… antes todos se mezclaban, incluso las zonas VIP no eran tan grandes como ahora. “Lo que pasa en Ibiza se queda en Ibiza” era el lema. Recuerda bailar con miembros del grupo Simply Red y con otros cantantes famosos; además los DJs tampoco estaban tan separados, estaban más cerca de todo el mundo. Adriana asegura que durante sus años en Pacha hizo los mejores amigos, y todavía siguen siéndolo. Aunque vive en Madrid, aún disfruta cuando vuelve a Ibiza, yendo a Pacha y viendo a viejos amigos. Proclama que “Ibiza mantiene esa magia, y siempre lo hará”.

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