Ibiza es una concentración de polos opuestos: fiesta y relajación, pero también escasez de lluvia con la presencia de acuíferos subterráneos. Mientras que durante el verano la sequía azota con severidad a la isla, la abundante vegetación crece alimentándose del agua concentrada bajo tierra.

Y es que el agua de lluvia se filtra y acumula en grietas, creando el recurso hídrico más importante de Ibiza. En concreto, Es Broll Buscatell, está señalado como uno de los acuíferos más importantes de la Pitiusa. Gracias a estas aguas del subsuelo han sobrevivido, a lo largo de muchas generaciones, viviendas perdidas en el monte, ya que antiguamente se construían cerca de pozos o fuentes.

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Su empleo para la ganadería y la agricultura hacía imprescindible el acceso a este tipo de edificaciones, que incluso a nivel social tenían relevancia al ser el punto de encuentro de celebraciones. Existe pues, alrededor del agua toda una mitificación y cultura que hoy en día continúa conservándose, al mantenerse aún ejemplos que datan de la época de los árabes y romanos. Igualmente eran tradicionales los molinos de agua, empleados como sistema de regadío en Ibiza, pero a día de hoy muchos han desaparecido.