La mejor manera de explorar Ibiza es perderse en ella. Ése es el mensaje del asesor artístico Melchior Rothstein, que llegó a la isla procedente de París con muchas ideas erróneas. Comparando la pequeña isla mediterránea con Roma, en cuanto a su dinámica y diversidad, afirma que lo que descubrió fue un cruce entre la auténtica cultura hippie ibicenca y el refinado mundo del arte.

«Es una isla de fiesta y hedonismo, y sí, en parte es cierto, pero una vez que el avión se iba acercando a la isla, sentí una energía telúrica que no había sentido en ningún otro lugar. Acabé viviendo a caballo entre París e Ibiza». Una vez aquí, descubrió una faceta totalmente nueva de la isla: «Me sorprendió descubrir que estaba llena de espiritualidad, de inteligencia emocional. Se convirtió en un lugar donde lo intangible se revelaba como algo muy tangible, y donde conocí a gente increíble, encontré a mi tribu».

Sostiene que el arte siempre ha formado parte de su vida, incluso antes de nacer: «Mi madre estaba haciendo una película sobre el pintor Paul Cezanne mientras estaba embarazada. Además, mi infancia estuvo marcada por la variedad de personas creativas que rodeaban a mis padres. El trasfondo multicultural de mi familia y el hecho de haber crecido entre París y Roma tuvieron un impacto real en mi forma de percibir el mundo». Tras unas prácticas para su tía, Patrizia Nitti, que era la directora del Museo de Luxemburgo de París, estudió historia del arte y comunicación. «Mi primer trabajo significativo fue para un holding suizo con sede en Ginebra que invertía en arte. Me dio la oportunidad de viajar por todo el mundo». En 2016 pasó a trabajar en galerías y ahora es director de la galería Virginie Louvet.

Trabajar en el mundo del arte hizo que Melchior se enamorara de la belleza de la vida. Despertó su amor por los viajes, y con ellos, la conexión con la cultura se volvió fundamental para él. «Respirar el arte de la vida desde mi propio entorno inspira nuevas perspectivas, que son en consecuencia los vehículos del mundo del arte». Afirma que también Ibiza tiene una cultura, estilo de vida y dinámica propios: menos cerrados, más relajados y muy tolerantes a que la gente se exprese. «Hay un verdadero interés por la diversidad y la libertad. No quiero que me digan lo que tengo que ponerme o cómo comportarme. Intento vivir así en mi día a día».

Le encanta la fuerte presencia de la naturaleza en la isla, que afecta visiblemente al estado de ánimo de la gente.

«Los paisajes son impresionantes, uno de los muchos elementos que ofrecen un increíble contraste con la energía de la ciudad. Igualmente, Ibiza ofrece un escenario para gente muy diferente que interactúa todo el tiempo y la convierte en un punto de encuentro global.  «Al mismo tiempo, te da la opción de alejarte por completo y desconectar de la propia globalización. No es sólo un lugar para divertirse, es también un lugar para conectar con los valores espirituales y culturales».

«Las Islas Baleares están cada vez más involucradas en el mundo del arte contemporáneo», cuenta. Muchos importantes coleccionistas, artistas y galeristas vienen a la isla para asistir a exposiciones en galerías privadas. Atraen a grandes nombres entre los galeristas de muebles antiguos o galeristas del surrealismo, que traen colecciones de arte únicas del París de los años 50, 60 y 70.

Melchior recuerda algunas de las obras de artistas que ha visto aquí, desde William Mackinnon (The Simon Gallery, Londres), Charlotte Gyllenhammar (Suecia), Andrew Rogers, autor del reloj solar o instalación de Stonehenge encargada por Guy Laliberté y que se encuentra al suroeste de la isla, o Duran Duran, que hace muy poco trajeron su colección privada a Hangar 8289 y, por supuesto, la Nave Salinas, dirigida por el coleccionista colombiano Lio Malca, donde han expuesto importantes artistas como Bill Viola, Kenny Scharf, Keith Harring, Marco Brambilla y Kaws».

¿Y dónde deben ir los amantes del arte en la isla?  Melchior recomienda el Museo de Arte Contemporáneo de Dalt Vila, que exhibe varias colecciones en un espacio impresionante; la Galería de Arte de Santa Gertrudis «Parra & Romero»; o la Bauhaus y la experiencia de la finca ibicenca «Espacio Micus», situada en la zona de Jesús y comisariada por Katja Micus.

 

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